Peces Gordos es el nombre del poemario escrito por Christopher Amador con el que obtuvo el premio XXII Premio Nacional de Poesía Tintanueva 2020 que recibirá, cuando sea posible, en la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes. Este libro, explica el autor, es el resultado de “dos días intensos en el momento más álgido de la cuarentena. En un inicio la idea era describir el encierro desde la metáfora de haber sido tragado por un gran pez como Jonás pero acabó en un listado de autores que lograron salir del vientre de ese otro pez, el interminable. El mar”.
El listado de autores de este mar poético, que cayó en la red de Christopher, son auténticos Peces Gordos, en lo que se transformó en un homenaje natural, como explica el autor: “surge de mi necesidad por deletrear las olas para entender el mar. Todos esos autores lo hicieron de una forma admirable. Yo me abandoné a la marea de sus sílabas altas para aprender a nadar. Para encontrar la perla hay primero que hacer espuma. Bracear bastante. Los seleccioné a partir de memorias significativas. Fueron mis maestros en el libro, o en la experiencia puntual de una clase, un taller, un café interminable”.
El poeta Sudcaliforniano explica que en cada uno de los autores que forman parte del poemario, hay una parte de él, un reconocimiento y autodescubrimiento personal en las palabras y un renacer en ellas, “me conozco en ellos varias veces. Soy un hombre nuevo, un hombre distinto cada que los releo. Nunca voy a la página con la misma emoción, con el mismo color de alma” y de esa pulsión de reconocimiento-descubrimiento surgió Peces Gordos, textos del encierro que buscan en el mar de las palabras las adecuadas, las anheladas para encontrar la libertad.
Christopher Amador reconoce que un “premio significa diálogo. La oportunidad de tender un puente a otros a-mares, otros de-ciertos” y ciertamente Christopher Amador, ha tendido muchos puentes a través de sus metáforas, desde hace más de diez años, con una obra sólida que le ha llevado a construir puentes a lo largo y ancho del país, como el Premio Estatal de Dramaturgia Ciudad de La Paz 2008; el Estatal de Poesía Ciudad de La Paz 2009; el Nacional de Poesía Sonora Bartolomé Delgado de León 2010; la segunda mención honorífica en el Internacional de Ensayo Teatral; el Nacional de Poesía Tijuana 2011; entre muchos otros, que lo han convertido en el poeta sudcaliforniano más galardonado.
Octavio Paz, Gilberto Owen, Eduardo Langagne, Jaime Sabines, Vicente Quirarte, José Emilio Pacheco, Francisco Hernández, Eraclio Zepeda, el sudcaliforniano Raúl Antonio Cota; Ernest Hemingway, Matsuo Bashō y Dylan Thomas, son algunos de los Peces Gordos que habitan la pecera de este libro lleno de ballenas, océanos furiosos, horizontes, barcas imposibles, mares en calma, desiertos lejanos, buzos rodeados de espuma, escamas al fondo de la canoa, esqueletos gigantescos y redes de palabras.
El libro ganador del premio XXII Premio Nacional de Poesía Tintanueva 2020, Peces Gordos, estará disponible dentro de poco tiempo dentro del catálogo digital de la Academia Mexicana de la Lengua. Porque, como explica el autor “El libro necesita lectores hoy. Para ganar la confianza y la frecuencia del lector hay que hacer buenos libros. Pensar que quizá uno sea el primer autor en manos de un adolescente. Más que el papel o la tablet me preocupa la piel y la mente. El hombre es un aquí, el mañana nos hace flojos o nos permite aventarle la bronca al que sigue”
En ese sentido, Christopher Amador reflexiona sobre el mundo en el que vivimos y su relación con la poesía: “Si nuestros líderes mundiales leyeran poemas, la educación intelectual comprendería que su fracaso es sepultar la educación sentimental en el empolvado estatus de una estantería. Mientras el profesor pregunte fecha y lugar de nacimiento de un autor en vez de opinión y sentimiento del alumno seguiremos perdidos”.
Precisamente por ello es necesario este poemario de Peces Gordos a los que siempre hay que volver, reconocerse en la palabra, descubrirse en el verso, en la metáfora, en el homenaje interno que, como afirma Christopher Amardor, nos permita “reconciliarnos con el paso hacia atrás. Así se reflexiona. A la sociedad moderna como a la democracia le urge el autoexamen. Se nos olvidó el siglo XVIII”.
Aquí algunos de los poemas de los Peces Gordos que habitan la pecera de este libro…
OCTAVIO PAZ
Al igual que mis palabras nadan los peces, nadan sin saber a dónde nadan: todo su propósito es peinar el mar con sus escamas.
ERNEST HEMINGWAY
Y traer a rastras, como el viejo de Hemingway, el esqueleto limpio de lo que pudo ser en sueños el gran pez de la literatura. Dejar su carne en el camino para entretener el hambre de los tiburones. Abandonar el bote a la orilla del miedo. Aceptar la derrota en el arpón perdido que apenas hirió la dentadura blanca de una cuartilla nueva.
PABLO NERUDA
Aquí en tu poesía el mar y cuánto amar se sale de ti mismo a cada Pablo. Lucha de pez que no suelta anzuelo mi corazón de poeta hunde sus raíces en el nado libre de ese pez de tus arterias que le sigue el paso a los leviatanes.
JORGE LUIS BORGES
Alguien está pintando lo que aún no cuento. Alguien saca música al desenvainar el nombre de una calle antigua. Alguien escribe la hora en la arena usando el dedo de su enemigo. Alguien le agrega un punto a la palabra Nilo para que no se derrame. Alguien descifró el nombre de Dios y lo encriptó en la rosa que pisaron las guitarras de una milonga.
JAIME SABINES
Sabines fue hacia la belleza y la pescó. Y parecía que los dos se habían sumergido en un renglón muy largo, y que nadaban la profundidad del ser hasta tocar el fondo de nuestros sentimientos, y reescribían el Edén, mientras pequeños lectores equivocados les mordían las venas.
JOSÉ EMILIO PACHECO
No logro meditar el agua del acuario como sugeriste en tu tratado de la desesperación. No me logro poner en las escamas del pez salobre, no nada de nada en mí ese poema. Yo no soy de los que meten la cabeza al excusado para entrar en situación antes de hablar el agua. La insoportable levedad del pez (o el buzo en la pecera) es sin lugar a dudas su vivir a flote, su no saber distinguir de qué lado del cristal la vida es más sabrosa.
RAÚL ANTONIO COTA
El otro lomo del mundo es el poema, la BALLENA más perseguida por los arpones de nuestra lengua. Ola que empuja al lenguaje hacia los límites de la Academia.